I EL HECHO
DE LAS AGLOMERACIONES
En Europa se vive una crisis:
la rebelión de las masas.
No ha y que estudiar este
hecho como algo exclusivamente político, hablamos de cultura, moralidad,
intelectualidad, etc.
En todo lugar hay una
civilización, hay gente, comportándose como tal.
Pero de donde sale tanta
gente? La respuesta es sencilla, la gente preexistía pero ahora todos se han
aglomerado en un solo lugar.
La
muchedumbre se ha adueñado de todo. Entendiéndose
a la misma como es la cualidad común, es lo mostrenco social, es el hombre en
cuanto no se diferencia de otros hombres, sino que repite en sí un tipo
genérico. Lo que caracteriza a la muchedumbre y lo diferencia de los grupos
sociales es que cada uno de sus integrantes tiene deseos comunes.
“Masa es
todo aquel que no se valora a sí mismo -en bien o en mal- por razones
especiales,
sino que se siente «como todo el mundo» y, sin embargo, no se angustia, se
siente a saber al sentirse idéntico a los demás” Masa no es minoría.
La
problemática que se plantea es que la masa suplanta a las minorías”
“Lo malo
es que esta decisión tomada por las masas de asumir las actividades propias de
las minorías no se manifiesta, ni puede manifestarse, sólo en el orden de los
placeres, sino que es una manera general del tiempo”
La masa
presumía que, al fin y al cabo, con todos sus defectos y lacras, las minorías
de los políticos entendían un poco más de los problemas públicos que ella.
Ahora, en cambio, cree la masa que tiene derecho a imponer y dar vigor de ley a
sus tópicos de café. Yo dudo que haya habido otras épocas de la historia en que
la muchedumbre llegase a gobernar tan directamente como en nuestro tiempo.
Igualmente ocurre en temas intelectuales.
Hoy en día
la masa es “todo el mundo” y quien no pertenezca a ella simplemente es
indecente por ser diferente.
II
LA SUBIDA
DEL NIVEL HISTÓRICO
Por
primera vez ocurre un hecho con tal nivel de semejanza: La historia del Imperio
romano es también la historia de la subversión, del imperio de las masas, que
absorben y anulan a las minorías dirigentes y se colocan en su lugar.
Vivimos en
el imperio de las masas
Las masas
ejercitan hoy un repertorio vital que coincide en gran parte con el que antes
parecía reservado exclusivamente a las minorías; segunda, al propio tiempo, las
masas se han hecho indóciles frente a las minorías: no las obedecen, no las
siguen, no las respetan, sino que, por el contrario, las dan de lado y las
suplantan.
La vida
humana, en totalidad, ha ascendido. El soldado del día,
Diríamos,
tiene mucho de capitán; el ejército humano se compone ya de capitanes. Basta
ver la energía, la resolución, la soltura con que cualquier individuo se mueve
hoy por la existencia, agarra el placer que pasa, impone su decisión. De allí
que se diga el nivel de la historia ha subido.
El autor
compara dicha elevación del nivel histórico entre continentes y explica que de
todo el continente americano al nivelarse con el europeo ha salido ganando.
Esta nivelación se basa en que el europeo entiende la vida del americano.
III LA
ALTURA DE LOS TIEMPOS
Se refiere
al tiempo vital, a la que cada generación llama “nuestro tiempo” este tiempo
tiene cierta altitud porque se eleva sobre el ayer, o se mantiene a la par o
cae por debajo.
El hombre
es capaz de valorar el tiempo pasado, presente, y futuro lo que le hace suponer
a “su tiempo” alto o no.
Ni todas
las edades se han sentido inferiores a las del pasado, ni superiores. Cada edad histórica
manifiesta una sensación diferente en
ese extraño fenómeno de altitud vital.
El hombre
para señalar tiempos mejores por lo general se refiere al pretérito “la edad de
oro” de Grecia y Roma, o el clásico, lo
que nos da entender que el hombre siempre se ha considerado a su tiempo, decaído o falto de plenitud.
En el
imperio romano este sentir de decadencia se agravia. La situación de la nación
era debilitada. En la actualidad vivimos
en una época de impresión vital que se opone completamente a eso.
Se llama
“plenitud de los tiempos” a la madurez de la vida histórica, este tiempo viene
como resultado de los tiempos pasados que
han sido de oscuridad o decadencia.
Viéndolo
de esa manera entonces los tiempos inferiores han sido para las personas de la
época tiempos de esfuerzo, cansancio, falsa esperanza, desgaste. Así se ve la
edad media en el siglo XIX.
Actualmente
según el autor vivimos en un tiempo que viene después de la plenitud, por lo que se podría
considerar que es un tiempo que cae de la plenitud en decadencia.
Para que
exista un “tiempo de plenitud” es necesario que un deseo antiguo se vaya
arrastrando anhelante desde siglos hasta que un día quede satisfecho. Ahora, cuando el tiempo queda satisfecho, ya
no hay nada que desee más, su plenitud se convierte en conclusión, de allí que
estas etapas de júbilo terminen siendo de enorme tristeza.
Luego del
crecimiento de un deseo tan altamente gestado llega el siglo XIX y parece al
cabo realizarse, denominándose a sí mismo “cultura moderna”. Haciéndose
erróneamente sentir el último, el definitivo. Nuestro tiempo no se siente el
definitivo, el se escapa continua.
Esa
melancolía que caracterizaba los tiempos pasado por los tiempos pasados ya ha
sido eliminada, en la actualidad parecemos vivir en un tiempo imprevisible,
hallando así en esa imposibilidad de predecir, la plenitud de la vida.
Sin
embargo hay quienes diagnostican la decadencia dejándose llevar por el pasado
histórico y político, creyendo que las historias pasadas se resumen en eso.
Para ellos: la decadencia es un estado comparativo, dicha comparación se puede
hacer desde infinidad de puntos. Existen puntos de vista que si bien no son
equívocos son arbitrarios.
Una vida
que no prefiere ninguna de antes, sino
que se prefiere a sí misma, no puede en el sentido serio llamarse decadente. Y
esta sensación extrañísima es propia exclusivamente de nuestros tiempos.
El hombre
del presente siente que su vida es más vida que todas las antiguas. No es que
se sienta decadente sino que de sentirse tan vivida ha perdido respeto por los
tiempos pasados. De ahí que nos encontremos con la primera época que no
reconoce el clasicismo, ni un pasado moderno. Parece un tiempo de niñez. Los
modelos, las normas, las pautas no sirven.
¿Cuál es,
en resumen, la altura de nuestro tiempo?
No es
plenitud y se siente como la más enorme plenitud. Nuestra época cree estar por
encima de las pasadas, pero al mismo se siente niño, un comienzo. Es mas que
los demás tiempos e inferior a sí misma, además es fortísima e insegura de su
destino. Orgullosa de sus fuerzas y a la vez temiéndolas.
IV EL CRECIMIENTO DE LA VIDA
El imperio
de las masas y el ascenso de nivel, la altitud del tiempo que el anuncia no son
más que síntomas del crecimiento del mundo, y en el de la vida también. Este se
ha mundializado, el hombre ya no es aislado cerrado en sí y su región. Esta
proximidad con lo lejano a eliminado los límites de la vida.
El mundo a
su vez también ha crecido temporalmente, ahora a través de las pantallas y los
periódicos podemos conocer y divulgar fósiles, evidencias de vidas milenarias,
etc.
Se han
anulados las limitaciones espacio-temporales, a los tiempos pasados los
vivificamos, hacemos posible su aprovechamiento vital, podemos estar en más sitios que
antes, consumir en menos tiempo vital más tiempo cósmico.
Pero en
definitiva el crecimiento del mundo consiste en la inclusión de más cosas:
tómese la palabra en su más amplio sentido- es algo que se puede desear,
intentar, hacer, deshacer, encontrar, gozar o repeler; nombres todos que
significan actividades vitales.
Si nos
centramos en una de ellas comprar. Nos daríamos cuenta de la gran diferencia
que existe entre las compras del pasado y las del presente. La actividad de
comprar concluye en decidirse por un objeto; pero, por lo mismo, es antes una
elección, y la elección comienza por darse cuenta de las posibilidades que ofrece el mercado.
Nuestra
vida es, en todo instante y antes que nada, conciencia de lo que nos es
posible. Si en cada momento no tuviéramos delante más que una sola posibilidad,
carecería de sentido llamarla así. Sería más bien pura necesidad. Al ambiente
de posibilidades determinadas le
llamamos circunstancias. Toda vida es hallarse dentro de las circunstancias o
mundo. Mundo es el repertorio de nuestras posibilidades
Vitales,
representa nuestra potencialidad vital, que debe concretarse para realizarse. O
que seamos una parte de lo que podríamos ser. De allí que el mundo nos parezca
tan inmenso.
Se puede
entonces hacer notar cómo ha crecido la vida del hombre en la dimensión de
potencialidad. Cuenta con un ámbito de posibilidades fabulosamente mayor que
nunca.
En el
orden intelectual existen más problemas, más datos, más caminos de ideacion,
más puntos de vista. Lógicamente el número de oficios en comparación a la
antigüedad se ha aumentado masivamente. Para le hombre las posibilidades de
gozar han aumentado.
A nivel
deportivo, la potencialidad vital es obvia, el organismo del hombre actual
parece estar más capacitado, igualmente sucede con la ciencia o la física. Y este crecimiento extensivo se debe a un
crecimiento intensivo en la previsión científica.
La
conciencia del hombre actual, su tono vital, consiste en sentirse con mayor
potencialidad que nunca y parecerle todo lo pretérito afectado de enanismo.
Toda esta
descripción ha sino necesaria para
argumentar la no decadencia del mundo en la actualidad. Esas decadencias
menguantes no lo son, decadencia es solo una y es absoluta: la que consiste en
una vitalidad menguante; y ésta sólo existe cuando se siente.
Esta razón
empuja al autor a considerar un fenómeno que suele desatenderse: la conciencia
o sensación de que toda época tiene de su altitud vital.
Algunos
siglos han sentido plenitud delante de otros, o al contrario, inferioridad.
Pero el tiempo presente se desentiende de la plenitud del pasado y se considera
a sí mismo superior. Esto debemos comprenderlo para entender a nuestro tiempo,
porque este es precisamente su problema: vivimos en un tiempo capaz de realizar
pero no sabe que realizar. Domina todas las cosas, pero no es dueño de sí mismo.
Se siente perdido en su propia abundancia. Con más medios, más saber, más
técnicas que nunca, resulta que el mundo actual va puramente a la deriva. De
ahí esa dualidad característica de prepotencia e inseguridad. Todo es posible,
hasta el retroceso. no sería esto un mal síntoma: significaría que volvemos a
tomar contacto con la inseguridad esencial de vivir.
No podrá
extrañar que hoy el mundo parezca vaciado de proyectos, anticipaciones e
ideales. Nadie se preocupó de prevenirlos. Tal ha sido la deserción de las
minorías directoras, que se halla siempre al reverso de la rebelión de las
masas.
V UN DATO
ESTADISTICO
El
diagnóstico de nuestro tiempo: una vida de posibilidades, es magnífica,
exuberante, superior a todas las históricamente conocidas, más por lo mismo ha
desbordado todos sus principios, normas e ideales. No se orienta por el pasado
sino para un futuro.
La vida,
además, es decidir entre las posibilidades lo que en efecto vamos a ser. La
circunstancia y decisión son los dos elementos radicales de que se compone la
vida. El mundo nos fuerza a elegir, incluso al no elegir se elige la no
elección. Por ello es falso decir que las circunstancias eligen por nosotros.
Al contrario: las circunstancias son el dilema, siempre nuevo, ante el cual tenemos
que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter. Igual sucede en la vida
colectiva las decisiones que se tomen se decidirán del carácter de la sociedad
o del hombre dominante en ella en nuestro tiempo domina el hombre-masa. Eso no
acontecía en la época de la democracia, en el sufragio universal no deciden las
masas, sino que su papel consistió en adherirse a la decisión de una u otra
minoría. Estos presentaban sus programas que eran proyectos de vida colectiva.
Hoy
acontece una cosa muy diferente. En los países donde el triunfo de las masas ha
avanzado más, se vive políticamente al día.
El poder público se halla en manos de un representante de masas. Estas
son tan poderosas, que han aniquilado toda posible oposición. Y sin embargo el
poder público, el gobierno, vive al día, sin proyecto. De allí que su actuación
se reduzca a esquivar el conflicto de
cada hora; no a resolverlo, sino a escapar de él por de pronto, empleando los
medios que sean, aun a costa de acumular, con su empleo, mayores conflictos
sobre la hora próxima. Así ha sido siempre el poder público cuando ejercido por
las masas: omnipotente y efímero. El hombre-masa es el hombre cuya vida carece
de proyectos y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus
posibilidades, sus poderes, sean enormes.
Este es el
tipo de hombre que decide en la actualidad por lo que es preciso comprender su
carácter. Por ello es válido preguntamos: ¿De dónde han venido todas estas
muchedumbres que ahora llenan y rebosan el escenario histórico?
Provienen
del gran crecimiento de la población, a esto ha de sumársele el crecimiento de
la vida que ya se ha explicado. Lo que importa en este crecimiento es la
vertiginosidad de él. Eso significa que a esa inmensidad de hombres no se les
ha podido saturar de cultura tradicional. Se les han dado instrumentos para
vivir intensamente, pero no sensibilidad para los grandes deberes históricos.
Se
concluye entonces que
·
la democracia liberal fundada en la
creación técnica es el tipo superior de vida pública hasta ahora conocido
·
ese tipo de vida no será el mejor imaginable,
pero el que imaginemos mejor tendrá que conservar lo esencial de aquellos principios;
·
es suicida todo retorno a formas de vida
inferiores a la del siglo XIX.
El siglo
XIX estaba constituido por hombres masas rebeldes que ponían en peligro
inminente los principios mismos a que debieron la vida. Si ese tipo humano
sigue dueño de Europa y es, definitivamente, quien decide, bastarán treinta
años para que nuestro continente retroceda a la barbarie y en lugar de existir
en un mundo repleto de posibilidades la vida se contraerá.
VI
COMIENZA LA DISECCION DEL HOMBRE MASA
La
historia es previsible, el hombre masa desde el pretérito se veía venir. El
aspecto principal de la vida del hombre masa se basa en absoluta facilidad
material, aparece el confort y el orden público. En lo civil y moral, el hombre
medio, desde la segunda mitad del siglo XIX, no halla ante sí barreras sociales
ningunas. Nadie le obliga a contener su vida. Se crea un nuevo escenario para
la existencia del hombre, nuevo en lo físico y en lo social. Tres principios
han hecho posible ese nuevo mundo: la democracia liberal, la experimentación
científica y el industrialismo. Los dos últimos se resumen en:la técnica.
El mundo
del hombre nuevo además de eliminar toda limitación sugiere a sus habitantes
una seguridad radical en que mañana será aún más rico, más perfecto y más
amplio, como si gozase de un espontáneo e inagotable crecimiento. El hombre
cree que todos los inventos provienen en lugar de la técnica y el trabajo
humano: de la naturaleza.
Esto nos
lleva a apuntar en el diagrama psicológico del hombre-masa actual dos primeros
rasgos:
1. la
libre expansión de sus deseos vitales -por lo tanto, de su persona
2. la
radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia
La
criatura sometida a este régimen no tiene la experiencia de sus propios
confines. A fuerza de evitarle toda presión en derredor, todo choque con otros
seres, llega a creer efectivamente que sólo él existe, y se acostumbra a no
contar con los demás, sobre todo a no contar con nadie como superior a él.
La tesis
que plantea el autor es entonces que el esfuerzo de los hombres del XIX es
origen de que en la actualidad el hombre masa sea desagradecido e ignorantes.
No les preocupa más que su bienestar, y, al mismo tiempo, son insolidarias de
las causas de ese bienestar.
VII VIDA
NOBLE Y VIDA VULGAR O ESFUERZO E INERCIA
En torno
al mundo actual se van a formar almas contemporáneas contrarias a como se formaron
las antiguas. Estas almas se basan en el
concepto de que vivir es no encontrar limitación alguna, por lo tanto,
abandonarse tranquilamente a sí mismo. Prácticamente nada es imposible, nada es
peligroso y, en principio, nadie es superior a nadie. Él está satisfecho tal y
como es. No apela nada.
Los obres
excelentes, los selectos contrario a lo que se cree viven para servir, servir
significa esforzarse por algo para algo. El concepto de nobleza que se maneja
en la actualidad está bastante descarrilado. El noble originario se obliga a sí
mismo a ser, a actuar, y al noble hereditario le obliga la herencia. Nobleza
significa superación. De esta manera, la vida noble queda contrapuesta a la
vida vulgar o inerte, que, estáticamente, se recluye en sí misma, condenada a
perpetua inmanencia, como una fuerza exterior no la obligue a salir de sí. De
aquí que llamemos masa a este modo de ser hombre, no tanto porque sea
multitudinario, cuanto porque es inerte.
El hombre
masa actual, además de ser como las demás masas, quiere y se hace parecer
excelente.
El mundo
organizado por el siglo XIX, al producir automáticamente un hombre nuevo, ha
metido en él formidables apetitos, poderosos medios de todo orden para
satisfacerlos. Después de haber metido en él todas estas potencias, el siglo
XIX lo ha abandonado a sí mismo, y entonces, siguiendo el hombre medio su
índole natural, se ha cerrado dentro de sí. Se crea entonces una masa mucho más
fuerte que la de otras épocas, una totalmente indócil.
En un
futuro, el hombre masa será totalmente incapaz de dejarse dirigir, es posible
que la buena voluntad se asome en los tiempos difíciles pero ni eso tendrá
éxito. Porque la textura radical de su alma está hecha de hermetismo e
indocilidad, porque les falta, de nacimiento, la función de atender a lo que
está más allá de ellas, sean hechos, sean personas. Querrán seguir a alguien, y
no podrán. Querrán oír, y descubrirán que son sordas.
Por otra
parte es muy posible que el hombre vigente sea incapaz de mantener la
civilización actual puesto que mal puede gobernarlo este hombre medio que ha
aprendido a usar muchos aparatos de civilización, pero que se caracteriza por
ignorar de raíz los principios mismos de la civilización.
VII POR QUÉ LAS MASAS INTERVIENEN EN TODO, Y POR QUÉ SÓLO
INTERVIENEN VIOLENTAMENTE
El
mecanismo de la obliteración
Se trata
de hermetismo intelectual. La persona se encuentra con un repertorio de ideas
dentro de sí. Decide contentarse con ellas y considerarse intelectualmente
completa. Al no echar de menos nada fuera de sí, se instala definitivamente en
aquel repertorio.
El hombre
actual no duda de su propia plenitud, no se compara con otros seres, muhco
menos ve insuficiencia en el mismo.
Si bien el
hombre actual tienen una gran capacidad intelectiva, el hecho de saber que
la posee lo cierra en sí mismo y no
usarla. Además no hay cuestión de vida pública donde no intervenga, ciego y
sordo como es, imponiendo sus «opiniones>>
Vale la
pena preguntarse si ¿No representa una progreso enorme que las masas tengan
«ideas», es decir, que sean cultas? La respuesta es: en manera alguna.
Las
«ideas» de este hombre medio no son auténticamente ideas, ni su posesión es
cultura. La idea es un jaque a la verdad. Quien quiera tener ideas necesita
antes disponerse a querer la verdad y aceptar lo que ella imponga. No vale
hablar de ideas u opiniones donde no se admite una instancia que las regula.
Estas normas son los principios de la cultura. La barbarie es ausencia de
normas y de posible apelación, de ahí que no asombre el hecho de que en
aquellos países donde se suscita la rebelión de las masas habrá una barbarie.
Cualquiera
puede darse cuenta de que en Europa, desde hace años, han empezado a
pasar
«cosas raras». Por ejemplos: movimientos
políticos, como el sindicalismo y el fascismo. Bajo las especies de
sindicalismo y fascismo aparece por primera vez en Europa un tipo de hombre que
no quiere dar razones ni quiere
tener razón,
sino que, sencillamente, se muestra resuelto a imponer sus opiniones. He aquí
lo
nuevo: el
derecho a no tener razón, la razón de la sinrazón. Esta puede ser la
manifestación más palpable del nuevo modo de ser las masas, por haberse
resuelto a dirigir la sociedad sin capacidad para ello.
La clave
está en el hermetismo intelectual. El hombre medio se encuentra con «ideas»
dentro de sí, pero carece de la función de idear. Ni sospecha siquiera cuál es
el elemento utilísimo en que las ideas viven. Quiere opinar. De aquí que sus
«ideas» no sean efectivamente sino apetitos con palabras.
El hombre
nuevo se sentiría perdido si se aceptase una discusión, porque no es capaz de
crear ideas mediante razonamientos inteligibles. No hay debate, no hay cultura,
no hay convivencia, solo barbarie. El hermetismo del alma empuja a la persona a
la intromisión en la vida pública y este mecanismo de intervención es la acción
directa. Dicha «acción directa» consiste
en invertir el orden y proclamar la violencia como única razón. La masa siempre
ha actuado con la acción directa.
En el
trato social se suprime la «buena educación». La literatura como «acción
directa» se constituye en el insulto. Las relaciones sexuales reducen sus
trámites.
El
liberalismo, el sistema demócrata, etc. No son ejercicios prácticos en el
hombre nuevo, eso implica convivencia, diálogo, debate y como se expuso esto es
imposible que venga de él.
IX PRIMITIVISMO Y TÉCNICA
La
rebelión de las masas puede, en efecto, ser tránsito a una nueva y sin par organización
de la humanidad, pero también puede ser una catástrofe para el destino humano.
Es preciso evitar el pecado mayor de los que dirigieron el siglo XIX: la
defectuosa conciencia de su responsabilidad, que les hizo no mantenerse alerta
y en vigilancia.
El hombre
actual posee un total desinterés por la civilización, mas no por sus productos.
¿Qué nos
significa situación tan paradójica?
Significa
que el hombre hoy dominante es un primitivo, un Naturmensch emergiendo en
medio de un mundo civilizado. Lo civilizado es el mundo, pero su habitante no
lo es: ni siquiera ve en él la civilización, sino que usa de ella como si fuese
naturaleza. El nuevo hombre desea el automóvil y goza de él; pero cree que es
fruta espontánea de un árbol.
Sin
embargo siempre se habla de los fabulosos avances de la técnica, ¿qué sucede
con esto?
Spengler
cree que la técnica puede seguir viviendo cuando ha muerto el interés por los
principios de la cultura. El autor de su ensayo lo refuta. Para el la técnica
es, consustancialmente, ciencia, y la ciencia no existe si no interesa en su
pureza y por ella misma, y no puede interesar si las gentes no continúan
entusiasmadas con los principios generales de la cultura. La técnica solo podrá
sobrevivir un rato de manera inerte sin la cultura. Es necesaria la existencia
de almas nobles, hombres sirvientes, para producir ciencia y así finalmente la
técnica.
Lo más
alarmante es que este
despego hacia la ciencia como tal, aparece, quizá con mayor claridad en la masa de los técnicos mismos -de médicos,
ingenieros, etc., los cuales suelen quienes suelen ejercer
su profesión con un estado de espíritu idéntico en lo esencial al de quien se
contenta con
usar del automóvil o comprar el tubo de aspirina, sin la menor solidaridad íntima con el destino
de la ciencia, de la civilización.
X PRIMITIVISMO E HISTORIA
La
civilización a diferencia de la naturaleza no se sostiene por sí sola, necesita
de las personas ya que es un artificio. La naturaleza, la selva es barbarie y
por ende contraria a la civilización
El
hombre-masa cree que la civilización en que ha nacido y que usa es tan espontánea
y
primigenia como la naturaleza, e ipso
facto se convierte en primitivo.
Los
principios en que se apoya el mundo civilizado
no existen para el hombre medio actual. No le interesan los valores
fundamentales de la cultura, no se hace solidario de ellos, no está dispuesto a
ponerse en su servicio. ¿Cómo ha pasado esto? La principal y única causa que
explica el autor a pesar de señalar que son muchas es: el hecho de que la
civilización cuanto más avanza se hace más compleja y más difícil.
Ahora el hombre es quien fracasa por no poder
seguir emparejado con el progreso de su misma civilización. Como se ha descrito
antes cuanto mas avance haya habrá mas problemas más sin embargo al complicarse
los problemas se van perfeccionando también los medios pata resolverlos. Pero
es una necesidad que cada nueva generación se haga dueña de esos medios
adelantados. Uno de ellos el reconocer y saber del pasado, de la historia, para
así poder evitar los errores que ha futuro pueden presentarse de nuevo. Un
ejemplo de esto es la ideología comunista, fascista, etc.
XI LA ÉPOCA DEL «SEÑORITO SATISFECHO»
El hombre
vulgar, antes dirigido, ha resuelto gobernar el mundo. Si analizamos la
estructura psicológica de este nuevo tipo de hombre-masa encontramos lo
siguiente
1. una
impresión nativa y radical de que la vida es fácil, sobrada, sin limitaciones
trágicas; por lo tanto, cada individuo medio encuentra en sí una sensación de
dominio y triunfo que
2. le
invita a afirmarse a sí mismo tal cual es, dar por bueno y completo su haber
moral e intelectual. Este contentamiento consigo le lleva a cerrarse para toda
instancia exterior, a no escuchar, a no poner en tela de juicio sus opiniones y
a no contar con los demás. Su sensación íntima de dominio le incita
constantemente a ejercer predominio. Actuará, pues, como si sólo él y sus congéneres
existieran en el mundo
3. Intervendrá
en todo imponiendo su vulgar opinión sin miramientos contemplaciones, trámites
ni reservas, es decir, según un régimen de «acción directa
Este
personaje, que ahora anda por todas partes y dondequiera impone su barbarie intima,
es, en efecto, el niño mimado de la historia humana. Un heredero que se
comporta como tal. La herencia es la civilización –las comodidades, la
seguridad en suma, las ventajas de la civilización.
El está
condenado a representar al
otro, por lo tanto, a no ser ni
el otro ni él mismo. Su vida pierde, inexorablemente, autenticidad, y se
convierte en pura representación de ficción
de otra vida.
La forma
más contradictoria de la vida humana que puede aparecer en la vida humana es el
«señorito satisfecho». Por eso, cuando se hace figura predominante, es preciso
dar la voz de alarma y anunciar que la vida se halla amenazada de degeneración;
es decir, de relativa muerte. Pues bien: el «señorito satisfecho» se
caracteriza por «saber» que ciertas cosas no pueden ser y, sin embargo, y por
lo mismo, fingir con sus actos y palabras la convicción contraria.
XII LA BARBARIE DEL ESPECIALISMO
Recordamos que el
hombre masa viene de la mano de la Democracia Liberal y de la técnica. Esta
última estaba dividida en Capitalismo y Ciencia Experimental. La raza europea
ha surgido gracias entre otras cosas a esta Ciencia experimental. El dato del crecimiento
de la población europea del capítulo V bien se puede justificar por este motivo.
En este capítulo nos vamos a encontrar con una incongruencia: el hombre ciencia
es el prototipo de hombre masa. ¿Puede ser esto posible? Sí, pues la ciencia le
convierte en hombre masa. No la ciencia en sí, que está formada por numerosas
“piezas” de diferentes hombres de nivel intelectual medio, sino la
especialización.
Cuando un científico
necesita resolver una situación que se plantee se recluirá en su laboratorio
para desentenderse del mundo por completo y con su autosuficiencia llegar a la
solución. Se convertirá en un especialista. Este especialista formaría un grupo
aparte de personas: no sería un ignorante puesto que es un “hombre de
ciencias”, pero tampoco es un sabio porque ignora todo lo que hay fuera de su
especialidad. Esta ignorancia de todo lo demás le convierte en una persona
cerrada en su mundo y autosatisfecho ¿no es este el prototipo de hombre masa?
Si este hombre intentara triunfar en otras materias se comportaría como el
hombre masa que es. La barbarie de la especialización de la que habla el título
se refiere a este hecho, con la especialización estamos creando más hombres
masa. Sin los hombres ciencia el avance no es posible.
XIII
EL MAYOR PELIGRO EL ESTADO
Hoy en día el mundo
está gobernado por hombres excelentes (físicos). Gasset plantea que solamente
cuando gobiernen los filósofos se podrá salvar la humanidad. Ellos son los que
reúnen las características para ser gobernantes. Las masas necesitan de alguien
que les gobierne. Ellas no pueden actuar por sí solas, eso sería ir contra su
propia naturaleza. Pero acontece que se está revelando contra ella misma y eso
es un problema. De aquí el título de este ensayo “la rebelión de las masas”
¿Qué sucede cuando la
masa actúa por sí sola? Ya lo hemos dicho anteriormente, que lo
hace
con violencia. No podemos dejar que se haga una doctrina con la violencia
por bandera. ¿Cómo conseguiríamos frenar esta violencia? Se frenaría con
la llegada de las masas al poder. Al igualarse el
poder Social y el poder Público no hay motivos para revoluciones.
Actualmente el
Estado funciona eficientemente ya que el hombre masa
sabe que está ahí para socorrerle en cuantos apuros se pueda
involucrar. El hombre masa ahora no actuará espontáneamente ante un problema,
sino que recurrirá al estado creyendo que este se lo solucionará. La sociedad
vivirá para el estado. El estado degenera la manera de vivir de la masa aun
sabiendo que él depende de esta masa. La paradoja está servida: la sociedad
crea un estado para vivir mejor y este se pone por encima de la sociedad
haciéndola vivir para él.
SEGUNDA PARTE
XIV
¿QUIÉN MANDA EN EL MUNDO
La
civilización europea -he repetido una y otra vez ha producido automáticamente
la
Rebelión
de las masas. la rebelión de las masas es una y misma cosa con el crecimiento
fabuloso que la vida humana ha experimentado en nuestro tiempo, es una y misma
cosa con la desmoralización radical de la humanidad.
Primera
parte
El mando
es el ejercicio normal de la autoridad. El cual se funda siempre en la opinión
pública. Jamás ha mandado nadie en la tierra nutriendo su mando esencialmente
de otra cosa que de la opinión pública
Quien
manda en el mundo ejerce, en efecto, su influjo autoritario sobre todo él. De
ahí que Gasset señale que es Europa quien manda a nivel mundial. Del grupo
homogéneo formado por los pueblos europeos durante tres siglos. Europa mandaba,
y bajo su unidad de mando el mundo vivía con un estilo unitario, o al menos
progresivamente unificado.
¿Pero qué
pasa cuando la opinión pública no existe?
Una
sociedad dividida en grupos discrepantes, cuya fuerza de opinión queda
recíprocamente anulada, no da lugar a que se constituya un mando. Y como a la
naturaleza le horripila el vacío, ese hueco se llena con la fuerza bruta.
En la Edad
Media no mandaba nadie en el mundo temporal. Es lo que ha pasado en todas las
edades medias de la historia. Por eso representa siempre un relativo caos y una
relativa barbarie, un déficit de opinión.
En estas
jornadas de la posguerra comienza a decirse que Europa no manda ya en el mundo.
Con esto se anuncia un posible desplazamiento de poder.
Segunda
parte
El autor
plantea que en estos años Europa siente graves dudas sobre si manda o no, sobre
si mañana mandará.
¿Qué
sucede?
Europa
había creado un sistema de normas cuya eficacia y fertilidad han demostrado los
siglos. Esas normas no son, ni mucho menos, las mejores posibles. Pero son, sin
duda, definitivas mientras no existan o se columbren otras. Para superarlas es
inexcusable parir otras. Ahora los pueblos-masa han resuelto dar por caducado
aquel sistema de normas que es la civilización europea, pero como son incapaces
de crear otro, no saben qué hacer.
Tercera
parte
Se
presenta esta situación en el mundo: Corre el “runrún” de que ya no rigen los
mandamientos europeos y en vista de ello las gentes -hombres y pueblos-
aprovechan la ocasión para vivir sin imperativos.
Europa -se
dice deja- de mandar, y no se ve quién pueda sustituirla. Con su decadencia el
mundo termina desmoralizándose.
Sin mandamientos
que nos obliguen a vivir de un cierto modo, queda nuestra vida en pura
disponibilidad. Esta es la horrible situación íntima en que se encuentran ya
las juventudes mejores del mundo. De puro sentirse libres, exentas de trabas,
se sienten vacías.
Sera necesario entonces
una nación que impere sobre todas. Pero ¿Cuál podría sustituir a Europa? Gasset
plantea la posibilidad que la posición preeminente en el mundo
pase a ocuparla los Estados Unidos o quizá Rusia, aunque también lo desestima
porque cree su idiosincrasia la han tomada de la europea.
La solución la denomina
“Estados Unidos de Europa”. Actualmente nos encontramos en una situación similar. El viejo
continente está menguando y esta potencial unión que plantea Ortega y Gasset,
no está conjeturando una alternativa válida.
Cuarta Parte
Europa ha
aflojada su presión sobre el mundo. Pero el resultado ha sido contrario a lo
que podía esperarse. Librada a sí misma, cada vida se queda en sí misma, vacía,
sin tener qué hacer. Y como ha de llenarse con algo, se finge frívolamente a sí
misma, se dedica a falsas ocupaciones, que nada íntimo, sincere, impone.
El mando
consiste en una presión que se ejerce sobre los demás. Pero no consiste sólo en
esto. Si fuera esto sólo, sería violencia. No se olvide que mandar tiene doble
efecto: se manda a alguien, pero se le manda algo. Y lo que se le manda es, a
la postre, que participe en una empresa, en un gran destino histórico.
Por otra
parte obedecer no es aguantar, sino, al contrario, estimar al que manda y seguirlo,
solidarizándose con él, situándose con fervor bajo el ondeo de su bandera.
Obedecer y
mandar van de la mano y se exigen para el desarrollo mundial humano.
Quinta
parte
Gasset
señala que la causa de la decadencia europea es puramente
Íntima y paradójica,
ya que la presunción de haber menguado nace, precisamente, de que ha crecido su
capacidad, y tropieza con una organización antigua, dentro de la cual ya no
cabe.
Europa crece y antes
percepción de su crecimiento proyectada en otras naciones se ve decadente. Gasset plantea la necesidad de
superar las fronteras políticas europeas para evitar la decadencia de las
naciones del viejo continente.
Sexta
Parte
Gasset comienza contando el
origen de las urbes modernas y de cómo el hombre con el paso
del tiempo se ha ido alejando cada vez más de la vida del campo, incluso llevando
el campo a la ciudad. Explica, además, que el estado no es algo que haya
surgido de la nada, sino que se ha ido fraguando a lo largo del tiempo. El
autor también teoriza brevemente sobre la aparición del estado y la necesidad,
nuevamente, de avanzar hacia una unión política para solucionar los problemas
del pueblo europeo.
Séptima parte
La pérdida de perspectiva
respecto a la sociedad es el nuevo
problema de la sociedad actual.
La
realidad que llamamos Estado no es la espontánea convivencia de hombres que la
consanguinidad ha unido. El Estado empieza cuando se obliga a convivir a grupos
nativamente separados. Esta obligación no es desnuda violencia, sino que supone
un proyecto iniciativo, una tarea común que se propone a los grupos dispersos.
Antes que nada es el Estado proyecto de un hacer y programa de colaboración. Se
llama a las gentes para que juntas hagan algo. El Estado no es consanguinidad,
ni unidad lingüística, ni unidad territorial, ni contigüidad de habitación. No
es nada material, inerte, dado y limitado. Es un puro dinamismo, la voluntad de
hacer algo en común.
Gasset
señala que forma parte activa del Estado, es sujeto político, todo el que
preste adhesión a la empresa -raza, sangre, adscripción geográfica, clase
Social, quedan en segundo término-. No es la comunidad anterior, pretérita,
tradicional o inmemorial -en suma, fatal e irreformable-, la que proporciona
título para la convivencia política, sino la comunidad futura en el efectivo
hacer. No lo que fuimos ayer, sino lo que vamos a hacer mañana juntos, nos
reúne en Estado.
Es por ello que el
autor reclama nuevamente en la necesidad de unirnos para intentar los problemas
que acaecen al nuevo mundo,
Octava parte
El proceso
creador de naciones ha llevado siempre en Europa este ritmo
1. El
peculiar instinto occidental, que hace sentir el Estado como fusión de varios pueblos
en una unidad de convivencia política y moral, comienza a actuar sobre los
grupos más próximos geográfica, étnica y lingüísticamente. No porque esta
proximidad funde la nación, sino porque la diversidad entre próximos es más
fácil de dominar
2. Período
de consolidación, en que se siente a los otros pueblos más allá del nuevo
Estado como extraños y más o menos enemigos. Es el período en que el proceso
nacional toma un aspecto de exclusivismo, de cerrarse hacia dentro del Estado;
en suma, lo que hoy llamamos nacionalismo. Poco a poco se
va destacando en el horizonte la conciencia de que esos pueblos enemigos
pertenecen al mismo círculo humano que el Estado nuestro.
3. El
Estado goza de plena consolidación. Entonces surge la nueva empresa: unirse a
los pueblos que hasta ayer eran sus enemigos. Crece la convicción de que son
afines con el nuestro en moral e intereses, y que juntos formamos un círculo
nacional frente a otros grupos más distantes y aún más extranjeros. He aquí
madura la nueva idea nacional
La
crítica que hace Gasset es que
para crear una verdadera unión en Europa hace falta que las naciones
abogen por el bien de todo y no su propio interés
9na Parte
En esta sección el autor nuevamente recalca la necesidad
de avanzar hacia la unión de Europa y, a continuación,
repasa algunas de las tesis que ha planteado a lo largo de la obra. Entre
ellas las mencionadas: el problema de la desmoralización y la
rebelión de las masas que conlleva, así como la importancia del
momento histórico y del posible proyecto europeo que defiende.
XV SE DESEMBOC LA VERDADERA CUESTIÓN
La sociedad fecunda personas
desmoralizadas. Pero en verdad no sucede que no exista la
moral (amoral), sino que se tiene una moral negativa, así lo explica el:
“De
la moral no es posible desentenderse sin más ni más. Lo que con un vocablo
falto hasta de gramática se llama amoralidad es una cosa que
no existe. Si usted no quiere supeditarse a ninguna norma, tiene usted, velis nolis, que
supeditarse a la norma denegar toda moral, y esto no es amoral, sino inmoral.
Es una moral negativa que conserva de la otra la forma en hueco”
Europa se
ha quedado sin moral, esta es la verdad de la que parte Gasset. Y en la
actualidad el hombre masa está aún viviendo precisamente de esa moralidad que
niega y otros construyeron o acumularon.
Ensayo
En el
video anterior, Julio Ligorria, un estratega de origen guatemalteco, destacado
en el manejo de crisis, hace un pequeño análisis de la obra de Ortega y Gasset y la
traslada netamente a las políticas actuales que se manejan en Latinoamérica.
Ligorria inicia su discurso explicando cómo Gasset a través de su ensayo logro
describir la situación que se presentó hace varias décadas en países de Europa
en donde el pueblo ante el descontento en la labor gubernamental, alzo su voz
en protesta y exigió su lugar en el poder; rebelándose contra la autoridad, de
allí el nombre: rebelión de las masas. Ligorria recalca el máximo ideal de Ortega y Gasset: la existencia de personas que puedan ser líderes ilustrados, que con mano dura pudieran asumir
la dirección de los asuntos públicos. Liderazgo perdido con el nacimiento del
hombre masa quien logró imponer su ley, basada en su propia opinión y no la del
pueblo. Ligorria explica como aun en la actualidad en muchos países de América
Latina parece renacer la rebelión de masas que años antes había tenido lugar en
otros continentes. Tal como lo señala Gasset, esa masa que antes se alzó y lo
hace ahora, no pretendía la demolición del estado, sino que exigía un cambio
profundo en la manera en la que se administraba ese estado. Llevándolo a un
contexto actual, Ligorria comenta que quizás esto describa el derrocamiento de
regímenes en Latinoamerica y pone como ejemplo un caso que se nos hace íntimo,
el de Carlos Andres Perez, ex presidente de Venezuela. La descripción que hace
Ligorria ya de por sí es bastante similar por el hecho de que se trate de
Venezuela. Continuando con su análisis Ligorria explica con detalle como los
pueblos se rebelan. Primeramente explica que el pueblo se siente de cierta
manera desconsolado, indefenso. Se siente sin líderes, a tal punto que no cree
en la política y sus representantes, el cansancio los agobia y no son capaces
de resistir al bombeo político e incapaz de dar verdaderas respuestas, ante
esto solo desea que aparezca alguien en escena capaz de solucionar con rapidez los problemas de la nación,
desea que se aplique justicia, el aumento del empleo, una correcta
administración de los recursos del estado, una lucha contra la corrupción, etc. En si la mejoría del
estado, y quiere además, que todo esto, sea corroborado por la gente, por el
pueblo mismo. No quiere más respuestas estereotipadas por parte de los
políticos.
Ligorria
describe la situación del pueblo guatemalteco el cual desde su perspectiva en
gobiernos anteriores se ha visto subyugado por un régimen corrupto, de
instituciones públicas mediocres, incluso capaz de emplear la violencia en
repetitivas ocasiones.
Tal parece
que Ligorria describiese no la situación de Guatemala en su momento, sino de
Venezuela en la actualidad.
De todos los males antes mencionados ha sido
testigo y victima el pueblo venezolano, que muy recientemente, parece alzarse
en una sola voz ante la autoridad. Todo esto ha sucedido sin previo aviso y
probablemente se deba a lo que alertaba Ortega y Gasset: la pérdida de confianza en los
lideres; ya muy pocas veces estos poseen más voz o autoridad que el ciudadano
de a pie. Todo esto nos lleva a preguntarnos si verdaderamente somos una
sociedad masa, si estamos siendo testigos de una historia que se repite, si es
posible que los síntomas de la rebelión de masas, más temprano que tarde se
hagan causales de una verdadera insubordinación…todo parece indicar que
efectivamente vivimos en la actualidad una rebelión de masas.